lunes, 10 de enero de 2011

Puzzles

Compré este puzzle en Segovia. Me gustó su disposición limpia y sus colores pastel. Me parecía la imagen de un orden salpicada de elementos que transmitían bienestar, paz, quietud. Las piezas, tan bien dispuestas, se cerraban con una tapa y un cierre metálico oro. Y en su tapa frontal, una grabación realizada en pirograbado con tres flores volanderas. Después de tantos años, todavía conservo este recuerdo abierto en el límite de la estantería de libros; tan al límite que cada vez que paso a su lado, me dan ganas de derribarlo, lanzarlo al vacío para que pierda ese aire de composición perfecta, de piezas sutilmente encajadas, de orden impertérrito. ¡Venga ya!

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