sábado, 14 de mayo de 2011

Amigos que no están

Fernando era un amigo. Ya está, ¿hay que decir algo más? Mejor, Fernando era un espejo que reflejaba coherencia, compromiso, ilusión, esfuerzo, compañerismo. Fernando era una voz, fuerte, sonora, cercana, llena de sentido. Fernando era sostén, fiable, permanente, dispuesto. Hoy, al lado del Cabriel, a los pies de las Corbeteras, hay dos pinos negrales y una sabina que lo recuerda. Seguro que florecen con fuerza, como lo fue su enseñanza, su pasión, su aspiración por las cosas bien hechas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Seguro. El eco de su voz permanece en los que erais sus amigos y seguro que también en la fortaleza de esos árboles plantados esta primavera.